Sumud, que significa perseverancia en árabe, es el nombre de la flotilla internacional propalestina más grande organizada hasta la fecha. El domingo zarpó rumbo a la Franja de Gaza cargada con ayuda humanitaria, en un intento por romper el prolongado bloqueo israelí.
La iniciativa, denominada Global Sumud, busca entregar alimentos, agua y medicinas a una población devastada por la guerra, mientras Israel intensifica su ofensiva sobre la Ciudad de Gaza y restringe el acceso a suministros básicos en el norte del enclave palestino.
Según los organizadores, el convoy marítimo incluye delegaciones de 44 países y espera sumar embarcaciones adicionales que partirán desde Italia, Grecia y Túnez en los próximos días.
El objetivo es reunir una flotilla de hasta 20 embarcaciones con más de 300 tripulantes que cruzarán el Mediterráneo occidental rumbo a las costas gazatíes, en una operación que mezcla activismo internacional y presión diplomática para permitir la entrada de ayuda urgente.
Durante el acto de despedida, la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau, recordó el vínculo histórico de la ciudad con el pueblo palestino, señalando que Barcelona fue “la primera ciudad de Europa en romper relaciones institucionales con Israel”.
En mayo de 2024, España se convirtió en uno de los primeros países en reconocer oficialmente al Estado de Palestina, junto con Noruega e Irlanda.
El actor Eduard Fernández también mostró su respaldo, describiendo cada barco como “un grito de dignidad” y denunciando que “el agua se convierte en tumba cuando los derechos son negados”.
“La esperanza es la resistencia de los palestinos”, afirmó Saif Abukeshek, organizador de la Flotilla, y aseguró que la acción busca abrir un corredor humanitario hacia Gaza. Según Abukeshek, la falta de agua, luz y alimentos en el enclave palestino “es intencionada”, al igual que los bombardeos contra hospitales y escuelas. Acusaciones que el gobierno de Benjamin Netanyahu ha negado reiteradamente.
“La historia aquí es cómo el mundo puede permanecer en silencio y cómo aquellos en el poder están traicionando y fallando de todas las formas posibles a los palestinos y a todos los pueblos oprimidos del mundo”, denunció Greta Thunberg, una de las figuras más reconocidas de la flotilla, donde también están los actores Susan Sarandon y Liam Cunningham, además de activistas, políticos y periodistas de distintos países.
Cunningham, conocido por su papel en Game of Thrones, compartió con la prensa un video que muestra a una niña palestina cantando mientras prepara su propio funeral. La niña, llamada Fátima, falleció hace cuatro días, relató el actor con visible indignación. “¿En qué mundo nos hemos deslizado, donde los niños hacen sus propios arreglos funerarios?”, preguntó ante los periodistas.
Para los organizadores, la flotilla no es solo un envío de ayuda, sino una “decisión estratégica” de movilización internacional en contra del bloqueo de Israel al enclave palestino que, según reportes de Naciones Unidas, comenzó desde 2007.
“La historia aquí es sobre Palestina. La historia aquí es cómo se priva deliberadamente a la gente de los medios más básicos para sobrevivir”, declaró la activista sueca Greta Thunberg en una conferencia de prensa antes de partir desde un muelle en Barcelona.
Una flotilla es una agrupación de barcos organizada para entregar suministros esenciales —como alimentos, medicinas y agua potable— a poblaciones atrapadas en zonas de conflicto o bajo bloqueo.
Estas misiones suelen activarse cuando las rutas aéreas y terrestres tradicionales son inaccesibles o están controladas por actores en guerra. Se rigen por el derecho internacional marítimo y, en muchos casos, cuentan con respaldo o protección de organizaciones internacionales de derechos humanos.
Apoyo diplomático y controversias
La vicepresidenta segunda del Gobierno español y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, se sumó a las voces de respaldo a través de un mensaje publicado en la red social Bluesky, la dirigente de Sumar agradeció la iniciativa y exigió el fin del bloqueo israelí: “Gracias a los centenares de personas y barcos que zarpan hoy rumbo a Gaza para romper el bloqueo de Israel. El Gobierno israelí debe permitir su llegada”.
Díaz fue más allá y pidió medidas diplomáticas firmes por parte de España: “No pueden mirar a otro lado. Hay que parar el genocidio”, escribió, añadiendo un llamado a “romper relaciones con Israel y aplicar sanciones” para frenar lo que considera una violación grave del derecho internacional.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, se sumó a las voces de apoyo: “Ustedes son el testimonio viviente de la humanidad que aún se levanta frente a la barbarie”, escribió en su cuenta de X. “La dignidad no se rinde, incluso cuando intentan sofocarla con muros, bloqueos y silencio”.
“Sé que no es fácil. Veo que la decisión de embarcarse en esa flotilla no es ni romántica ni aventurera; nace de una convicción profunda. En Colombia, entendemos el peso del dolor y el precio de la guerra. Sabemos lo que significa llorar a quienes se llevan, caminar con hambre, enterrar la esperanza. Y quizás por eso comprendemos que el silencio ante el genocidio es otra forma de complicidad”, destacó el mandatario.
En contraste, Portugal se desmarcó de la operación. Su canciller, Paulo Rangel, afirmó que el Estado “no tiene ningún derecho a proteger ni acompañar” la flotilla, pese a la participación de la diputada Mariana Mortágua.
“La participación en la Flotilla Global Sumud constituye una iniciativa autónoma de la sociedad civil, que no tiene ningún vínculo o conexión con el Estado portugués”, puntualizó el ministerio de Asuntos Exteriores en una declaración oficial, según Euronews.
En Italia, partidos opositores pidieron al gobierno de Giorgia Meloni que brinde protección diplomática a los participantes italianos de la flotilla, aunque hasta ahora no ha habido una respuesta oficial. Pese a ello, Italia brindó apoyo logístico al grupo al permitir el uso de puertos en Catania y Génova.
Desde Egipto, una fuente de seguridad declaró a EFE que la operación podría tener consecuencias sensibles para el país. “Podría convertirse en una bomba de relojería en la frontera”, advirtió, mencionando “repercusiones políticas y de seguridad” que complicarían la relación con Israel y el control de la frontera sur de Gaza.
¿Qué ha pasado con misiones anteriores?
En junio pasado, la activista sueca Greta Thunberg realizó una misión marítima similar con otros 11 activistas. Su barco fue interceptado en aguas del Mediterráneo por las fuerzas israelíes antes de llegar a su destino.
El ministerio de Asuntos Exteriores de Israel calificó en ese momento la operación como un “yate selfie” (aunque en realidad se llamaba Madleen) y deportó a sus ocupantes.
“Aquellos que se nieguen a firmar los documentos de deportación y a abandonar Israel serán llevados ante una autoridad judicial, de acuerdo con la ley israelí, para que autorice su deportación”, indicó el ministerio en un post en X.
El ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel Albares, aseguró que “esta vez será igual” respecto a la protección diplomática, recordando que “en otras ocasiones, con otras flotillas, por supuesto que hemos estado en contacto con las autoridades y sus miembros y hemos desplegado toda la protección diplomática y consular”. Añadió que impedir el paso terrestre de ayuda o el ingreso de periodistas a Gaza “contraviene el derecho internacional” y valoró la “solidaridad de la sociedad española” ante la emergencia humanitaria.
Desde hace más de 15 años, activistas internacionales han intentado romper el bloqueo israelí sobre Gaza mediante flotillas humanitarias.
En 2008, dos embarcaciones del Movimiento Gaza Libre lograron llegar a la costa del enclave palestino, en lo que fue considerado un hito simbólico y logístico. Sin embargo, a partir de 2010, las autoridades israelíes han interceptado o atacado sistemáticamente todas las misiones en altamar.
Ese año, el abordaje del barco Mavi Marmara, que transportaba ayuda y más de 600 personas, dejó diez activistas muertos en aguas internacionales, lo que provocó indignación internacional y tensiones diplomáticas con Turquía.
Desde entonces, flotillas como la de 2015 —encabezada por el barco sueco Marianne de Gotemburgo— y otras más recientes como Handala y Madleen, han sido interceptadas antes de llegar a Gaza, incluso en aguas internacionales.
En mayo de 2025, el barco Conscience fue atacado por drones a solo 25 kilómetros de Malta, en un incidente que encendió nuevas alarmas sobre la criminalización de la ayuda marítima en la región.